“Yo en política no me meto”
Una frase bastante frecuente en nuestro país. Casi una declaración de principios de quien la pronuncia, el enunciado contiene explicaciones tácitas de múltiple y libre interpretación: “no me meto porque no me interesa” “no me meto porque me parece una mugre” “no me meto porque no sirve para nada” “no me meto porque me da miedo”.
Por lo mismo produce diferentes reacciones en quien la escucha. En algunos culpa porque tener ganas de discutir algunos hechos o definirse sobre algunos temas aparece como una pérdida de tiempo o una cosa superflua frente a la ardua tarea de vivir; en otros indignación porque suena bastante individualista no aceptar que convivir en una sociedad es decidir cotidianamente quiénes y cómo queremos que nos gobiernen.
Una amiga que siempre elude tomar posición declarándose apolítica nos contó que le había iniciado juicio a una empresa para la que trabajó por sueldos adeudados.
Un grupo inversor que comercializaba terrenos en un country de la zona norte se aprovechó de su desesperación por conseguir al menos una changa mientras estaba desempleada y le ofreció integrarse a su staff como vendedora. Así que nuestra amiga hizo un viaje de hora y media durante varios meses todos los días -ida y vuelta a su costa pues no tenía viáticos- en colectivo hasta el country en cuestión. El tiempo transcurrió sin percibir dinero alguno -pues siempre le decían que le iban a pagar todo junto en cuanto se moviera la rueda de las ventas-, hasta que dejó el “empleo” por otro más estable que le consiguió un amigo del gobierno de la ciudad.
Sinvergüenzas existieron siempre y las causas pueden ser más o menos justas pero mientras tanto: ¿reforma Laboral si o no? ¿juicios razonables o industria del juicio? ¿abogados laboralistas o mafia?
Una vez más todos deambulamos sin conocer demasiado el tema porque normalmente no nos metemos. Dejamos que otros lo hagan por nosotros. Como los idiotas griegos que no asistían al ágora y sólo se ocupaban de lo suyo mientras los verdaderos ciudadanos se comprometían, discutían y resolvían todo.
“Yo en política no me meto” ¿será obediencia o temor remanente al “no te metás”?
Ser apolítico ¿será neutralidad virtuosa o simple renuncia por voluntad propia a ocuparnos de lo que nos afecta a todos?
Clodia
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