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Mostrando entradas de noviembre, 2018
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No hay peor sordo que el que no quiere oir Así es. Todos tenemos la noción del diálogo como un intercambio de información entre dos o más personas. La información nos llega del otro envasada en palabras. La palabra es un vehículo de significados múltiples, y esta multiplicidad no se refiere exclusivamente a la ambigüedad del lenguaje sino también a la predisposición tanto del emisor como del receptor a aquello que llamamos “honestidad intelectual”. Ni siquiera en el ámbito científico, donde se supone que el lenguaje es más exacto y los fundamentos del discurso más verificables, hay garantía alguna de un comportamiento humano desprovisto de intereses personales. Todo diálogo está condicionado por la intención de los participantes y sus necesidades inmediatas: prevalecer en un grupo, conquistar los favores afectivos de alguna persona, obtener prestigio o consolidarlo, lograr un ascenso laboral, ocultar una debilidad, y una gran cantidad de et
A rio revuelto ganancia de pescadores Tal vez sea una ingenua pero no deja de sorprenderme la imposibilidad de conversar de política con los que suponemos amigos. Esa postura infranqueable de “yo pienso esto y no lo voy a cambiar”, como si en defender esa inflexibilidad hubiera algún mérito.   O quizás sea una soñadora al ilusionarme con el diálogo enriquecedor, ese que de verdad nos propone escuchar desde las convicciones firmes pero no irrevocables,   con la honestidad de aceptar si uno se descubre equivocado, o al menos confundido. Escuchar desde el cariño y el respeto que nos merecemos para beneficiarnos mutuamente. ”Y vos ¿qué pensás?” me preguntó una vecina que ronda los 80 aunque intenta parecer más joven. Ella compró la idea del “cambio" y sospecha que yo no. Me lo preguntó con sincera curiosidad. Está enojada con todo lo que pasa pero tampoco quiere que vuelva lo anterior aunque ya no sabe qué sentir. Por eso preguntó. Desde las ganas de escuchar otra campana
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De Catulo, en Buenos Aires, a Miguel, en Santiago de Chile Dirán que pasó de moda la locura Dirán que la gente es mala y no merece Más yo seguiré soñando travesuras (Acaso multiplicar panes y peces) Silvio Rodríguez, "El Necio" 1992 Allá por 1983 comenzábamos nuestro diálogo acerca de la existencia humana dentro del universo. No lo planteábamos así por entonces, claro. Más bien nos dedicábamos a vivir y compartir lo propio, y las respectivas experiencias nos hacían concluir que había mucho de  nuestro,  como si el límite entre ambas vidas fuera borroso o directamente imaginario. La sorpresa dio lugar al afecto y pronto se hizo costumbre despuntar amaneceres creyendo haber conquistado una nueva revelación. De todos los trabajos que hemos transitado, este es uno de los que nos siguen dando mayor placer. Hoy los nietos le ponen música de fondo al abrazo y la palabra,  la recuperación es más lenta, pero la pasión es la misma. Sabemos que los g