Dolor Malvinas

Esta nota bien podría haber sido el final de la anterior sobre el 24 M.

Porque no habría habido guerra de Malvinas sin dictadura.

Porque en el colmo de su delirio, los que aún se creían dueños de la vida y de la muerte apostaron a salvar su honor en una jugada torpe y desesperada, creyendo que los poderosos del mundo iban a hacerse también los distraidos ahora.

No bloody way, Mr. Galtieri... dijo Thatcher.

No fucking way... replicó Reagan.

Una cosa es que no nos metamos en sus problemas internos y si masacran o no a sus ciudadanos. Podemos seguir haciendo negocios después de todo.

Pero no puede usted agitar las polleras de Su Majestad Británica y esperar que miremos para el lado del Golfo Pérsico hasta que usted recupere la sobriedad.

Los argentinos acompañamos esta vez no sólo con nuestro silencio, sino con el entusiasmo propio de las causas históricamente justas. 

Seremos acaso presa fácil de los engaños trágicos?

Nuevamente, murieron nuestros muchachos, esta vez creyendo que combatían por la Patria, su Patria, y muchos de nuestros oficiales que se habían tomado en serio el juramento de "defenderla hasta perder la vida..."

La inferioridad de condiciones era para nuestros oficiales y soldados una llamada al heroísmo.

Era imposible, para aquellos generales de escritorio, salvar el honor.

Porque no se salva aquello de lo que se carece.

Catulo 


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