"Como decíamos ayer..."

Toda ausencia es un intervalo cuyo sentido último es el regreso a algún territorio conocido, aunque ese territorio ya no luzca como aquél que dejamos, ni podamos reconocer cabalmente a sus antiguos habitantes.

Ni ellos a nosotros.

Hace mucho tiempo que partimos a cada viaje con la plena conciencia de que el aprendizaje al que nos exponemos sólo puede completarse al volver.

Volver al hogar, a los ritos familiares,  a los amigos, a celebrar que aún perseguimos los mismos sueños y a compartir los nuevos desafíos que enfrenta nuestra comunidad, tan asediada.

Volver a la Patria.

En apenas un mes la agenda pública se cargó de frases potentes, algunas eco de otras épocas, otras novedosas, todas amenazantes.

"Lo peor ya pasó..."

"La energía tiene un costo... y hay que pagarlo..."

"Recibimos el mensaje del mercado..."

"Las oscilaciones del tipo de cambio son normales..."

"El Fondo Monetario Internacional le puso un freno al golpismo."

"Estamos bajando la inflación y el país está creciendo..." 

"Estamos en el camino correcto..."

Adonde dirigimos la mirada se percibe un aire de conflicto mal planteado.

Toda sociedad se realiza cuando logra concentrar el esfuerzo común en la resolución de su conflicto medular, y se frustra irremediablemente cuando se entretiene en peleas estériles.

Está en juego el bienestar - y en muchos casos la supervivencia - de nuestros compatriotas y andamos cambiando figuritas del mundial.

Resulta dramático presenciar cómo los medios de difusión masivos dedican su prime time al tratamiento frívolo de la realidad cotidiana, por más que se disfracen de solemnes y confundan un gesto adusto ante cámaras con profundidad en el análisis.

Desde que lanzamos al aire este barrilete pequeño que dimos en llamar "gato por liebre", intentamos bailar alrededor de las frases y las palabras en el afán de hablar el mismo idioma y eliminar ambigüedades incluso para debatir.

Hay momentos en que el vértigo se chupa el discurso.

Ojalá pase pronto.

Catulo