De ganado votante, ñoquis que pagamos todos y otras frases conocidas

Y ocurrió nomás.
Bolsonaro fue electo presidente de Brasil en segunda vuelta. 
Queda para algunos la especulación de que haya habido fraude con eso del voto electrónico; para otros la explicación de que las fake news invadieron los celulares y que los grandes medios mintieron sin escrúpulos para inclinar la balanza. Excusas que en el fondo no tapan lo central: una proporción muy elevada de ciudadanos quiso que un hombre que atrasa 70 años sea quien presida ese país alegre y enorme. Esa mayoría, por la razón que sea, eligió creer en las fake news y en los medios hegemónicos, hoy suficientemente expuestos en sus verdaderos intereses. 
Entonces acá estamos en el año 2018 escuchando que hay que combatir el comunismo, a Cuba, Venezuela, Bolivia y cualquier otro gobierno “populista” que aún quede vivo por nuestras tierras. El hombre dice que Lula se va a podrir en la cárcel y que sus opositores tendrán que irse del país si no quieren terminar en la misma celda que el ex presidente. Y por ahora nadie se escandaliza ni se escuchan voces que repudien sus dichos.
En Argentina 51 a 49. En Brasil 56 a 44. Las mitades son parejas. Las diferencias son claras, bien definidas e irreconciliables. La mitad más poderosa torna la convivencia irrespirable porque no se contenta con ser mayoría: necesita aniquilar a la otra mitad.
¿Que tal si la Alemania nazi fue un experimento abominablemente explícito de la exclusión deliberada  que requiere el capitalismo? Ahora ha perfeccionado su manera de descartar a los que no necesita. Lo hace generando consenso: sin listas, sin trenes, sin cámaras de gas. Todo el planeta es un gran campo de concentración donde la humanidad acepta como inevitable que sólo sobrevivan los más fuertes, los mejores, los que representan alguna utilidad. Los otros, los descartables caminan de a miles atravesando fronteras en busca de alguna seguridad, o se suben a balsas inestables y sobrecargadas para morir en medio del océano escapando de países en guerra. La marcha hacia la muerte es lenta pero inexorable entre el hambre y el espanto.    
En respuesta a las notas de este blog, una amiga me escribió diciendo que no quiere debatir de política porque nos vamos a terminar peleando. Si bien ella está decepcionada de haber votado el cambio sabe “lo que se robaron, lo que mintieron con el Indec y la miseria de ideas en la que nos dejaron los que gobernaron antes, con generaciones que viven de planes, ignorantes sometidos a los que llevan en micro como ganado a los actos, les hacen creer que los defienden y los llevan a votar mientras les roban en las narices”. Aclara -eso sí- que somos libres de tener un blog pero al no coincidir con nuestro pensamiento “no me interesa verlo porque después me engancho y no quiero lastimar a nadie. Quiero un país con trabajo genuino y no con ñoquis que pagamos todos durante décadas”. 
Su mensaje -inundado de esas frases hechas que procuramos refutar- fue largo y ofensivo. Tal vez demasiado para alguien que no desea debatir ni lastimar.
Cada mitad se nutre de sus prejuicios suponiendo irrefutables sus argumentos y no tiene interés alguno en escuchar los contrarios, por más sensatos y respetuosos que sean.
Mientras tanto los cantos de sirena nos llegan por tv, por wassap y por facebook y parecen llevarnos directo hacia las rocas.

Clodia

Comentarios

Entradas populares de este blog