No hay hechos, sólo interpretaciones

Tendremos que terminar aceptándolo, comprendiéndolo y utilizándolo, siempre claro dentro de los límites éticos.
Ya es difícil si quienes intentan ponerse de acuerdo son dos personas de bien que sinceramente ofrecen lo mejor de sí para tratar de entenderse. Cada uno con su bagaje de experiencias que lo trajo hasta ese momento en el que está interpretando un hecho de manera diferente que su interlocutor. Puede ser una pareja, dos amigos, dos conocidos. Ambos intentando de buena fe exponer su punto de vista cargado de subjetividad. Es esa buena fe la que hace que esa comunicación no se torne desesperante y enloquecedora cuando no hay coincidencia.
¿Pero qué pasa cuando interviene la mala fe, la tergiversación deliberada, la inducción malintencionada? ¿Qué pasa cuando la interpretación está desprovista de toda honestidad intelectual y persigue fines distintos del esclarecimiento de la verdad? 
Aparece la impotencia, la impunidad y la desesperanza. 
No se trata de acceder a una información x y procesarla con las herramientas y la historia personal, sino de recibir las interpretaciones de aquellos que deciden lo que debe pensar y repetir una sociedad, despojada de toda actitud crítica.  
Pongamos por caso la muerte de Nisman una vez más.
El hombre fue encontrado muerto de un disparo en el baño de su departamento cerrado por dentro luego de haber pedido un arma. Todo sugiere que el hombre quería suicidarse. Pero su suicidio no era conveniente para muchos como si lo era su asesinato. Entonces luego de las investigaciones que conducían razonablemente al suicidio comenzaron las interpretaciones. Todo con una única finalidad: construir el sentido de que el gobierno de ese momento estaba detrás del asesinato de un fiscal. Ya no era sólo un gobierno corrupto -consagrado como tal en el imaginario colectivo por interpretaciones previas de quienes detentan la palabra- si no que era también un gobierno capaz de asesinar. 
¿Pero puede construirse ese sentido sin la anuencia de “la gente”? ¿no quería la gente creer en esa interpretación? ¿No la estaba esperando? 
Puesto que escuché por ahí que no hay lecturas inocentes, deberíamos empezar a confesar de qué lecturas somos culpables cada uno de nosotros. 
Las promesas de campaña pueden ser leídas como simples mentiras o como promesas incumplidas por razones ajenas a la voluntad de quienes nos gobiernan. Esta última versión nos dejaría a salvo de admitir que hemos comprado un enorme buzón con todos nuestros ahorros.

Si no hay hechos la interpretación se vuelve el campo de batalla.
En la Argentina y en el mundo asistimos a un combate de interpretaciones.
¿Hay un golpe de estado en Venezuela porque Estados Unidos quiere su petróleo, o hay un grupo de opositores liberando al pueblo Venezolano de la dictadura de un presidente que llegó al poder mediante el fraude?
¿Fue una fiesta lo que vivimos durante 12 años de gobierno Kirschnerista o simplemente gobernaron mejor?

Marx no interpreta la sociedad burguesa sino la interpretación burguesa de la sociedad, Freud no interpreta el sueño del paciente sino el relato que el paciente hace de su sueño y Nietzsche no interpreta la moral occidental sino el discurso que occidente ha construido sobre la moral. Al menos eso es lo que humildemente interpreto de lo que Foucault interpreta sobre los tres.  

Las sociedades están constituidas y condicionadas por relatos que forman su “sentido común”.
Entonces -con perdón de las comparaciones- Durán Barba ha interpretado el relato que la sociedad estaba buscando escuchar y lo inventó para ella sin ningún escrúpulo.
Esos relatos aparecen sintetizados en frases breves y categóricas que tanto se ponen de moda como se vacían al sobreutilizarlas. Es ahí cuando volvemos a dudar de todo y necesitamos nuevas interpretaciones que nos satisfagan.
¿A Nisman lo mataron?
¿Se robaron todo?
¿El mejor equipo de los últimos 50 años?
Mmmm….
Cuando dudamos ya no nos resignamos a soportar las interpretaciones que hacen otros.
Porque entre las interpretaciones asoman los hechos: hay más inflación, hay más pobreza, hay menos trabajo, hay más deuda, hay tarifas más caras… 
A la sociedad ya no le alcanza con repetir consignas. Empieza a buscar cómo escapar del fuego pero sin admitir aún que pagó el boleto para entrar al infierno. 
¿Cómo producir un relato que incluya las necesidades de quienes ya no quieren “esto”, aceptan que fue mejor lo “otro” pero no quieren que vuelva “Ella” -al menos a la presidencia?
Los dirigentes que tratan de unir a la oposición deberán interpretar ese deseo para encontrar la intersección justa entre los tres conjuntos y ofrecer una propuesta que contenga al electorado para que la única verdad vuelva a ser la realidad…o al menos para que las mentiras tengan patas más cortas. 

Patricia R.











Comentarios

Entradas populares de este blog