“Vengo a proponerles un sueño…”

Se quejan frente a cámaras los embotelladores de Coca Cola.

Marchan los despedidos de reparticiones públicas y empresas privadas.

Se pelean contra la policía los productores de verdura.

Los metrodelegados liberan los molinetes pidiendo paritarias.

Reclaman los trabajadores de C5N acompañados por sus televidentes -les han embargado la cuenta que garantiza el pago de salarios y de paso la libertad de expresión. 

Y salen a las calles los portuarios de Mar del Plata y los empleados en riesgo del histórico super Toledo. 

Miles baten la cacerola en las esquinas repudiando los tarifazos. 

Maestros, profesores, científicos se dan cita bajo la lluvia para visibilizar el deterioro de la educación, la ciencia y la cultura.

Todos mendigándole al gobierno que los escuche, que cambie el rumbo, que corrija el timón…¿para qué?

Si sabemos que no escucha, que no quiere cambiar el rumbo, que no le interesa corregir porque están haciendo lo que han venido a hacer.

Los políticos hablan en la tele. Se quejan también. Se repiten. 

Frente Renovador, Peronismo Federal, Peronistas y Kirschneristas,  Izquierda, y últimamente también Radicales…Hablan y hablan, se desdicen, se indignan. 

Juegan y coquetean con una unidad necesaria aunque no segura mientras los meses transcurren y las elecciones se acercan. 

Los medios mienten cada vez más, el poder judicial miente cada vez más, el gobierno miente cada vez más. Es muy peligroso.

La angustia se extiende por América latina como la Nada en La Historia sin Fin. La tristeza nos puede y corremos el riesgo de hundirnos como Artax, el caballo blanco del héroe de la película, sin que ninguna esperanza nos haga sacar la cabeza por encima del pantano.

Yo tengo una. 

Organizarnos por las redes, “autoconvocarnos" como se ha puesto de moda hacer para pedir la Unidad.

Somos muchos: todos los damnificados de este modelo destructivo. 

No mendiguemos frente a un presidente ciego y sordo. 

Pidámose a la oposición: Unidad por encima de sus egos, de sus aspiraciones y de sus partidos.

No puede ser que a estas alturas, con el país a punto de quebrarse, con millones bajo la línea de pobreza, con paraísos fiscales y corrupción de guante blanco, con entramados judiciales siniestros, con presos políticos sigamos tolerando los devaneos de dirigentes que no son capaces de definir quien es el enemigo para plantarse -más allá de sus diferencias- del lado del pueblo sin reservas. 

Exijámosles que nos propongan un sueño para sacarnos de esta pesadilla.

Patricia Riche