¿Mejor 10 inocentes presos que un delincuente suelto?

La foto del Juez Moro de Brasil y nuestro Juez Bonadio con el ex presidente de los supremos argentinos Lorenzetti en el centro. 
La foto del ahora Ministro de Justicia Moro con nuestro Ministro de Justicia Garavano.
Serán tal vez las fotos que la historia retenga como las de una etapa de oscuridad de la justicia al servicio de la política y los intereses de los medios hegemónicos de comunicación.
Pero mientras la historia llega esas fotos simbolizan para algunos la certeza de castigos ejemplares y merecidos y para otros la ausencia de juicio justo, o la sospecha -con bastante sustento- de causas inventadas para encarcelar inocentes. 
Ahora que aparecieron escuchas que probarían el armado contra Lula  ¿tendrá algún efecto inmediato o se diluirán las consecuencias en el tiempo como parece estar ocurriendo aquí con las escuchas que confirman que más de un preso es político? ¿quién les devolverá los segundos, los minutos, los días de tanto encierro injusto? 
No puedo comprender cómo duermen tranquilos los responsables.
Me cuesta imaginar qué mentiras se dicen frente al espejo cuando a solas no pueden escaparse de sí mismos.

Lo cierto es que las elecciones están cada vez más cerca. Y deberemos elegir quién cumplirá mejor con nuestras expectativas.
¿quién no desearía un país un poquito mejor del que hoy nos dejan tras una gestión de endeudamiento y fuga de capitales? Sin aspirar a la pobreza 0 al menos empezar a disminuir el hambre, poner algo más de billetes en los bolsillos del ciudadano de a pie y no tantos en el “mercado”, regresar a una justicia que decida por las pruebas y no por la presión social o los artículos de prensa, recuperar un periodismo que contribuya a informar sin enloquecer, que opine, que tome partido, pero que no mienta. Sólo eso. Apenas eso. 
Un gobierno que pudiera equilibrar esos factores sería un buen comienzo para empezar reconstruir lo destruido en estos años. 

Las movidas están a la vista. Muchos dirigentes se pasearon por casi todos lados buscando, abandonando, regresando. 
La pregunta es quién lo ha hecho sosteniendo sus convicciones, quien ha resignado sus objetivos personales a la hora de definirse por un extremo, por el otro o por el centro. Allí, en el centro, confluyen desencantados de ambos polos. Ni con uno ni con otro -se ufanan- y duplican ficticiamente el adversario dispersando el voto opositor. Estarán los que entiendan esa opción como superadora entre falsas disyuntivas: corrupción -aunque no se privan de tener en el espacio al que ha dicho públicamente y entre risas que había que “dejar de robar por dos años”- o el abismo cambiemita.

En medio del tsunami económico y social los enroques pre-electorales devolvieron a muchos a lugares que nunca debieron abandonar y confirmaron a otros en lugares que no terminaban de confesar. 
Hoy son dos proyectos de país los que están claramente enfrentados más allá de los nombres y de cualquier falsa “grieta”.
Las cosas están mucho más claras que ayer y será tarea de cada votante identificar qué alianzas le resultan más creíbles y más esperanzadoras a la hora de arriesgar el futuro en las urnas. 

Patricia Riche


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