"A volver a volver vamos a volver…”

(cántico popular)

Y sucedió nomás: volvemos.

“Argentina rechazó las políticas de austeridad” publicaban el lunes 28 los diarios del mundo.

“Votaron con el bolsillo y no por los valores” (resumo así por no citar insultos y descalificaciones de todo tipo) se quejaban tuiteros desbocados en las redes.

¿De qué austeridad hablan?

Austero califica lo sencillo, sin adornos innecesarios o superfluos. Lo austero no comprende la comida, los remedios, el derecho a la vivienda o los servicios básicos.

Austera es la persona que  tiene un comportamiento ahorrativo, sin derroches ni extravagancias. Casi un asceta. No parece ser ese el estilo de vida que practican los CEOS del gobierno mientras someten al pueblo a mayores privaciones y sacrificios. 

Los porcentajes de pobreza e indigencia desmienten que fuera austeridad lo que nos pedían.

El macrismo profundizó la desigualdad, favoreció la especulación, destruyó la producción, disminuyó derechos, aumentó el desempleo y el hambre, respaldó la mano dura y criminalizó a la oposición hasta el extremo de encarcelar sin juicio ni condena.

¿Cuales son los valores que defienden entonces las buenas personas que los votan?

¿De qué valores hablan? 

¿Será defender las dos vidas? Y después del nacimiento ¿qué proponen hacer con los niños y los adolescentes que crecen sin recursos? ¿bajar la edad de imputabilidad para castigarlos cuando por fin delinquen?

¿De qué valores hablan? ¿Será la indiferencia con la que aprendieron a mirar a los que duermen en la calle o revuelven la basura o será la capacidad de creerse que llevan esa vida porque no quieren laburar, porque son todos unos vagos que engendran hijos vagos que son una carga para la sociedad?

¿De qué valores hablan? ¿Será respaldar la cultura del trabajo de los que nunca madrugaron para tomar un colectivo, o confiar en la transparencia de los que heredaron fortunas construidas entre negociados a espaldas y a costa de las mayorías? 

Tendremos que empezar a interpelarnos y a interpelar con firmeza a quienes los apoyan porque de lo contrario dejaremos que se apropien de las palabras para seguir vaciándolas de sentido.

En 2011 triunfamos con el 54 por ciento de los votos y nos tildaron de autoritarios y de usar al Congreso como escribanía así que andábamos calladitos para que no nos acusaran de ser oficialistas.

En 2015 ganamos en primera vuelta y aunque se quedaron con el ballotage por un pelito después nos maltrataron a decretazo limpio como si hubiéramos sufrido una derrota demoledora y en nombre de la República.

Ahora los casi 10 puntos de ventaja que nos garantizaron un claro triunfo no parecen suficientes y hay gente de capa caída cuando antes de las PASO estábamos medio resignados a tener que soportar cuatro años más de este modelo nefasto.

¿Qué nos pasa? ¿Tanto nos han colonizado mente y alma que hasta nos roban a su antojo la felicidad de las victorias amplias si no son aplastantes?

Que no nos empañen la alegría del regreso.

No ganaron. PERDIERON

No perdimos. GANAMOS.

Perdieron porque sus “valores” están sostenidos en el egoísmo y el desprecio por el Otro. 

Ganamos porque sin ser todos somos muchos los que creemos que un mundo más justo es posible.

Por eso la calle era una fiesta el 27: bocinazos, familias, grupos de amigues, sueltos y sueltas caminando, descorchando, brindando, abrazando, cantando: Fin de año. 

O más bien fin de años de sufrimiento, de angustia, de impotencia, de mentiras y cinismo.

No ganaron. PERDIERON. 

No perdimos. GANAMOS.

Y será responsabilidad de cada uno de nosotros que no vuelvan jamás. 

NUNCA MÁS. 

Patricia Riche