Mi homenaje a los grandes que se van: Gracias Hugo Arana


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Hace 4 años Jose Lopez arrojaba inoportunamente unos bolsos con dinero por sobre los muros de un convento. O eso nos repitieron tantas veces que creemos haberlo visto aún cuando nunca sucedió de esa manera. Pero lo cierto es que el ex funcionario llevaba consigo una cantidad que rondaba los 8 millones de dólares más relojes y joyas varias sin otra justificación que la de haberlos recibido en calidad de lo que los argentinos conocemos como “coima”. El accionar inescrupuloso de un único López fue excusa suficiente para que el periodismo “independiente” y justiciero calificara a todo un gobierno y por extensión a sus votantes como “corrupción K”. 

A partir de ese momento todo “kirschnerista” merece ser maltratado, humillado, escrachado y de ser posible encerrado, se trate de quién se trate: los columnistas o movileros de un canal, un diputado de la nación presidente de un banco con una trayectoria intachable, un actor reconocido, una joven tenista en ascenso. 

NADIE que opine a favor o apoye medidas de un gobierno que no sea el de ELLOS merece respeto alguno. 

La Korrupción de los Korruptos pasó a ser una verdad que -como dijo un editorialista estrella del diario La Nación en su decadente programa televisivo- no necesita pruebas para que “la gente” crea en ella. 

Se despliega entonces esa realidad paralela en la que los que defienden la república tienen al ex intendente de Paraná condenado a 6 años de cárcel por narcotráfico además de concejales, dirigentes, chofer, asesor y una larga lista de familiares del arco cambiemita que van de yerno a primo, hijo y sobrino apresados por el mismo delito sin que por eso se los discrimine o se los descalifique como “narcos Pro”. 

En los últimos días un helicóptero de la policía  bonaerense alquilado por la anterior gestión fue encontrado en un hangar sospechoso durante un allanamiento en Paraguay lo que trajo a la memoria las dosis de éxtasis que venían en aquel avión en el que el ex presidente regresaba de España hace unos años o su más reciente viaje ida y vuelta en el día a Asunción maletín en mano durante la pandemia. 

Los mismos que no vacilaron en inventar causas de todo tipo para involucrar a inocentes y destrozar su buen nombre y sus vidas utilizando espías, jueces y medios hoy denuncian persecución política por el simple hecho de estar siendo investigados dentro del marco de la ley.

Cuentan con que no hay evidencia que amaine o contenga la furia y el odio sembrados en tantas pobres almas durante tantos años: ni la demanda de bancos internacionales sobre la empresa fraudulenta que ha estafado a bancos nacionales, ni la confesión de arrepentidos apretados para declarar mentiras contra una única acusada, ni los aportantes truchos a sus campañas políticas,  ni los miles de hectáreas incendiadas por manos que sólo buscan más ganancias para pagar el cinismo de sus defensores en bancas de la tele y del congreso. 

Mucho menos importan el hambre y la miseria de millones que esperan en los bordes el famoso derrame quizás por la contribución solidaria de los mismos que lo quieren todo sin entregar nada. 

La tierra se agita entre huracanes, temperaturas extremas, inundaciones y un virus que amenaza con ser solo el primero de muchos otros que prometen asediarnos. En ese contexto la locura violenta de los que reclaman libertad de zombies en distintos puntos del planeta empieza a ser el temible reflejo de ese mundo distópico que describen las historias de ciencia ficción: una sociedad alienada, desprovista de todo rastro de humanidad, un todos contra todos, el sálvese quien pueda de una civilización en estado terminal. 

Pero cuando el ánimo parece cercano a sucumbir a la desesperanza alguien querido desempolva un texto esperanzador de Feinman -el bueno- que en 1986 hablaba del eterno retorno de la injusticia, la mentira y la desesperación, alentándonos a seguir buscando ese punto, esa rajadura por la que es posible lograr que este sistema nauseabundo estalle. 

“El futuro no está muerto en Argentina aunque hay muchos que se empeñan cotidianamente en matarlo”. 

Lo hacían entonces, lo hacen hoy, lo seguirán haciendo siempre. 

Y es justamente por eso, porque ellos no van a parar hasta lograrlo que deberemos insistir en ponernos de pie, en permanecer juntos más allá de las diferencias con que nos tientan a separarnos.

Porque al mirar atrás sabremos que cada pequeño paso habrá valido la pena. 

O porque “a veces es así de terrible y de sencillo: se borra el horizonte y hay que volverlo a dibujar”.


Patricia Riche 


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Impecable y contundente.
Cada vez mejor Patri
Un beso
Unknown ha dicho que…
Excelente as usual! Soy La Bodo

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