Año 20 cambalache El año 2020, quizá el más raro de este siglo hasta ahora, esta por terminar. Lo raro entre lo raro no fue solamente el virus que se originó en oriente y terminó recorriendo el mundo a toda velocidad en los cuerpos que se trasladaban de un lado a otro, con esa velocidad a la que nos tiene acostumbrados la época. Lo raro fue el modo en que dejó al descubierto la vieja “normalidad”. La pobreza estructural que pensábamos había tocado su máximo en los 4 años macristas se profundizo aún más durante una pandemia que pocos vieron venir. La pobreza intelectual también. Un año con un Trump negando desde la existencia de la enfermedad hasta el triunfo del presidente electo de los Estados Unidos, aunque insistiendo en reconocer al perimido Juan Guaidó como al autoproclamado de Venezuela tras las recientes elecciones. Y la mismísima OEA que que en 2019 propició el golpe en Bolivia denuncia que no fueron transparentes los comicios bolivarianos y se guarda, si la tiene, opinión
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No news..(good news) En estos días no parecen abundar las noticias con las que socavar el ánimo cotidiano de los argentinos. Todo perdió vigencia de tan recurrente: las caras, los temas, las quejas. El ejército de detractores del país se repite hasta el hartazgo y la saturación. Van por lo mismo una y otra vez y de tanto ir el cántaro a la fuente... Los jueces transplantados, Vicentín, los mapuches, la propiedad privada, la libertad de expresión, las “rutas” de dinero y hasta la inseguridad se marchitan como escándalo a fuerza de reiterarse en vano. Además, convengamos, empieza a hacer calor para salir a escupir bronca con barbijo o sin él en nombre de ya no saben ni qué. El dólar baja, el acuerdo con el FMI rueda sobre rieles bien aceitados después de la renegociación con los acreedores privados, se aprueba el presupuesto, la economía empieza a moverse un poco tras el estancamiento y la inflación -aunque alta aún- es la mitad de la del 2019. El periodismo catástrofe simula
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Aprender a MARCHAR Imposible asociar esa palabra al mero hecho de "desplazarse” una vez que ha sido transformada por los pueblos del mundo en sinónimo de lucha colectiva. Sin embargo en estos meses de pandemia salir a manifestar rabias individuales destempladas y sin objetivo común se ha vuelto moneda incoherente. Crecí en La Plata, ciudad sin marchas desde la trágica marcha de los lápices, al menos para los que pasamos la adolescencia en dictadura. En 1989 durante mi primer trabajo en una mesa de dinero presencié con muda indignación lo divertido que puede resultarle al omnipotente “mercado” doblegar a un presidente para que no termine su mandato. Más tarde atravesé los noventa con suficiente incomodidad como para equivocarme con la Alianza -como muchos argentinos- y asistir luego con tristeza impotente a los años que siguieron: 2001, helicóptero, represión, 40 muertos, récord de 5 presidentes en 11 días, más represión, asesinato de dos militantes sociales y finalment
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Mi homenaje a los grandes que se van: Gracias Hugo Arana https://www.facebook.com/143559102642568/posts/1367365980261868/?sfnsn=scwspmo Hace 4 años Jose Lopez arrojaba inoportunamente unos bolsos con dinero por sobre los muros de un convento. O eso nos repitieron tantas veces que creemos haberlo visto aún cuando nunca sucedió de esa manera. Pero lo cierto es que el ex funcionario llevaba consigo una cantidad que rondaba los 8 millones de dólares más relojes y joyas varias sin otra justificación que la de haberlos recibido en calidad de lo que los argentinos conocemos como “coima”. El accionar inescrupuloso de un único López fue excusa suficiente para que el periodismo “independiente” y justiciero calificara a todo un gobierno y por extensión a sus votantes como “corrupción K”. A partir de ese momento todo “kirschnerista” merece ser maltratado, humillado, escrachado y de ser posible encerrado, se trate de quién se trate: los columnistas o movileros de un canal, un diputado de la nació
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Leones sueltos ¿Cómo se sale de esta dinámica en la que la ley de unos pocos parece imponerse por encima de la ley general? Porque los medios -siempre los medios- han avalado como cierta la postura de una minoría. Soltaron a los leones y no será fácil intentar que regresen a sus jaulas. No son muchos pero están ahí afuera y son sanguinarios. Andan sin freno, adueñados de las instituciones, de la constitución, de la república, de la democracia. Hacen vigilia en la quinta de Olivos para amedrentar al presidente. Abrazan el congreso mostrando sus fauces para evitar que sesione. Menean sus melenas frente a tribunales o marchan rugiendo frente a la casa de un supremo para doblegar su conciencia. Fieras salvajes que cuando pierden las elecciones instalan sospechas de fraude y exigen que el partido ganador gobierne según sus apetencias. SI no lo hacen lo tildarán de autoritario y considerarán ilegítima cualquier medida que no los favorezca. Se manejan en la región y en el mundo
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HUBIERA O HUBIESE.... Otro día transcurre en nuestra incipiente “nueva normalidad”. Ya desayunamos, ya salimos en bici con nuestros barbijos, ya vimos multitudes caminando, rodando, sentados o parados, guardando distancia y sin guardarla, embarbijados y a cara descubierta. Los motoqueros que son un clásico en los domingos tigrenses también regresaron y se amontonaron con sus motos de alta gama al borde del río. En bancos afuera de los bares los más osados comen conos de papas fritas o hamburguesas Ya volvimos, un poco intimidados por tanto encuentro callejero desplegado bajo el sol. Es la cuarentena administrada estúpido. Con más de 12.000 muertos y 600.000 contagiados, cerca de 500.000 recuperados y 6 meses de aislamiento pienso qué hubiera pasado si la pandemia nos hubiese sorprendido en 2019 bajo el “republicano” gobierno de Macri. SIn arriesgar detalles numéricos es probable que nada de lo que se hizo en materia sanitaria se hubiera llevado a cabo y muy poco de lo decidid
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OJOS QUE NO VEN... He aprendido a reconocerlos a simple vista. Más aún: sin verlos sé que se trata de ellos. Porque de sus casas suelen colgar banderas argentinas ostentando una argentinidad que no los representa. Sólo se apropian de los símbolos para enarbolarlos a favor de sus intereses, casi siempre individuales. En la calle suelen no usar barbijo, y si lo usan lo llevan en el cuello o en la mano desafiando al virus que acecha porque prefieren enfermarse -y enfermar al resto- antes que obedecer a un presidente que no votaron. No les importa que haya sido elegido por la mayoría porque no aceptan el juego democrático. Convocan el fantasma del populismo que ellos mismos inventaron para considerar ilegítima cualquier medida que no los beneficie. Suelen justificar sus dichos y sus conductas cuasi golpistas aduciendo que la república esta en peligro…cuando ellos no gobiernan claro. Se ufanan de defender la ley pero no dudan en ignorarla cuando va en contra de lo que piensan y esp
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Los eventos desopilantes se suceden y sigo preguntándome cuál es la ganancia de estos pescadores que no hacen otra cosa que enturbiar unas aguas suficientemente revueltas. Qué es lo que motiva a tantos periodistas y políticos a ocultar, tergiversar, confundir y mentir. Cuál es el aporte para sus vidas -además de lo obvio en billetes- si cada día tienen que empeñarse en el ocultamiento, la tergiversación y la mentira para dañar y dañarse, porque en definitiva trabajan para destruir el país que también ellos tienen que habitar. No hay bien que se considere más importante que la vida y es por eso que se ha regulado la manera de protegerla por encima de todo lo demás. Por más indignante que nos resulte el arrebato de alguna cosa que compramos con esfuerzo, la reacción no puede ser tal que lo privemos al otro de algo más preciado que lo que nos han quitado. Hemos recorrido mucho camino desde la ley del talión para que la justicia por mano propia fuera reemplazada por códigos de conviven
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Mboyeré En guaraní quiere decir embrollo. Un gran enredo imposible de desanudar. Como esos que hacen los gatitos en las películas mientras la protagonista teje y sonríe por lo inesperado del simpático desorden. El virus podría ser el gatito. Pero el lío que genera no puede considerarse inesperado y mucho menos gracioso. El virus vino a confirmar lo que nos vienen anunciando científicos, sociólogos, filósofos y movimientos ecologistas de todo el mundo desde hace décadas: así no se puede seguir. Pensemos en las grandes ciudades hundidas en un mar de contaminación auditiva y atmosférica, atestadas de individuos atrapados en su laberinto, encerrados en una colmena invivible de la que anhelan escapar. Ciudades inundadas de personas agitadas que viven lejos y se ven compelidas a viajar durante horas para llegar a sus trabajos, atravesando el embotellamiento endemoniado de la hora pico en la que todos van o todos vuelven. ¿tuvo que llegar el virus para convencernos que
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Verdad y mas verdad…que algo quedará Los días del coronavirus avanzan sumando muerte y desastre económico a nivel global. El Primer Ministro inglés negó, se contagió, se curó y se convirtió en un agradecido sobreviviente de la salud pública. El presidente de Brasil negó, invitó a millones a que se contagien y a miles a que mueran hasta que él también se contagió -o eso dice- mientras hace lo que parece la publicidad de un medicamento que quiere promocionar en el mercado farmacéutico. El primer mandatario norteamericano se limitó a negar -con diferentes grados de intensidad- y aunque aún no se contagió, carga sobre sus espaldas el triste récord de tres millones de infectados y un número que supera en víctimas al de la guerra de Vietnam. El gobierno argentino nos cuidó y nos cuida. Del virus y de la violencia de una clase dominante que busca convencernos de salir a reclamar por nuestras libertades y -de paso- por la de una cerealera que al parecer consumó una estafa mill